Considero que vivir es demasiado cansado, despertar todas las mañanas para hacer exactamente lo mismo que hice el día anterior, trabajar la mitad del día, llegar agotado a casa y dormir. Lo peor que pude ser fue ser humano, me gustaría ser otra cosa, tal vez un perro y tener un mejor amigo que se desviva por mí, aunque al final del día me quedé la responsabilidad de animarlo o tal vez un gato y tener un esclavo sin compromiso afectivo. Cualquiera de estos dos sería divertido al principio, pero nuevamente la vida de un perro y un gato es tan monótona que, si la razón me alcanzará en mi estado animal, mis minutos de descanso se reducirían a pensamientos antagónicos sobre lo cansado que es vivir siendo un animal doméstico.

Como el biólogo que soy, tengo un sinfín de otras posibilidades, podría desear ser un pez, un anfibio, un reptil, un ave u otra especie de mamífero, cualquier otro grupo taxonómico que me permita vivir al límite, sin embargo, aunque estos animales tienen un vida interesante con sorprendentes adaptaciones y constante peligro, nada me parece más extraordinario que la efímera y maravillosa vida de los insectos.

Podría ser cualquiera de los 1 070 781 especies descritas en la actualidad u algunas de las que aún no se descubren que son inclusive más de los que ya están descritos, podría pertenecer a cualquiera de los grupos más dominantes, un coleóptero, un díptero, una hemíptera, un lepidóptero, un ortóptero o un himenóptero y formar parte del 80- 85% del total de insectos existentes o de otro modo, ser parte del 15% restante.  

Siendo insecto podría distribuirme por todo el globo, con excepción de lugares fríos, igual las bajas temperaturas nunca han sido de mi agrado, aunque el frío tampoco limitaría mi presencia en algunas regiones. Tendría muchos colores, podría volar, caminar sobre la tierra e incluso sobre el agua como “Dios padre”. Cavaria túneles, polinizaría las plantas, movería semillas de un lugar a otro y de paso, cuidaría el jardín de mi crush y recitaría un poema:

Tú jardín debe ser lindo

Como linda es tu cara y tu sonrisa

Aquí estoy mirándote de prisa

Mientras me ocupo de tus flores.”

Ahora mismo en la posición en la que me encuentro, me siento tan pequeño e insignificante. Siendo insecto, seguiría siendo pequeño, pero con un alto valor, me sentiría importante, me posaría en sus hombros y trataría de susurrarles “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”, mientras sigo con mi vida de insecto, manteniendo el equilibrio natural frente a la lucha por la supervivencia que se presenta con otros insectos y con muchos otros organismos que dependen completamente de nosotros.

Si yo fuese un insecto tendría una vida en fa, es decir, una vida al momento en donde detenerse a pensar podría ser fatal, por lo tanto, vivir no sería cansado, sino sería una opción desde todos los ángulos.

Mi vida como humano no refleja tanta importancia como la vida de los insectos.