Naturaleza
La Tierra ha pasado por una serie de cambios, junto con ella, han surgido una multitud de organismos que con el tiempo se han ido trasformando, evolucionando y muchas otras han ido desapareciendo. Estas modificaciones a través de millones de años se han dado de manera “natural” donde los procesos de evolución y extinciones han surgido a través de diversos fenómenos naturales propios del planeta. Sin embargo, desde la existencia del hombre primitivo, hace aproximadamente 4 millones de años, hasta la llegada del hombre moderno, la Tierra ha sufrido una serie de transformaciones provocados por estos mismos (cambios antropogénicos), estos han sido muy variados, desde el sedentarismo, la domesticación de plantas y animales para consumo, la invención de la agricultura y ganadería, hasta la creación de grandes fábricas y diversos centros recreativos (Castillo Sarniento, 2017). Todo ello, ha ido desplazando y reduciendo los espacios naturales.
A pesar de que la palabra “Naturaleza” tiene muchas acepciones, entre las tres principales podemos considerar las siguientes (Vincenti, 1970):
- Conjunto de todo lo que forma el universo, en cuya creación no ha intervenido el hombre. Es la esencia y característica de cada cosa o ser. Es intrínseco.
- Fuerza cósmica que se supone rige y ordena todas las cosas creadas.
- El propio mundo natural que puede o no incluir a los seres humanos.
Otras definiciones modernas sobre lo que es la “Naturaleza” según Ducarme y Couvet (2020) son:
- El conjunto de la realidad material, considerada como independiente de la actividad humana y la historia.
- Todo el universo, como el lugar, el origen y resultado de los fenómenos materiales (incluido el hombre o al menos el cuerpo del hombre).
- La fuerza especifica en el centro de la vida, el cambio, la esencia, cualidad interna y carácter, el conjunto de propiedades físicas específicas de un objeto, vivo o inerte.
Bajo esta premisa podemos definir a la naturaleza como las características y procesos físicos-químicos de origen no humano, es decir elementos bióticos y abióticos que se encuentran presentes dentro de los paisajes y ecosistemas terrestres y acuáticos. Entre los elementos bióticos tenemos a las bacterias, algas, hongos, plantas y animales no humanos, por otra parte, los elementos abióticos, como el aire, la luz, el fuego, la tierra, el agua y otros elementos que dan estructura y mantienen la vida sobre la Tierra (Hartig et al., 2014).
Vida Silvestre
Se considera silvestre a todos aquellos organismos que viven de manera natural, sin intervención humana (Vicenti, 1970), sin embargo, debido a la fragmentación de los sitios naturales, la vida silvestre se ha desplazado a los asentamientos humanos, creando de esta forma una interacción humano-vida silvestre, que por lo general trae consecuencias negativas, generando diversos conflictos. Estos conflictos pueden resultar cuando la vida silvestre daña los cultivos, amenaza o mata a personas o animales domésticos (Peterson et al., 2010; Mekonen, 2020).
Retomando la definición de “Naturaleza” expuesto con anterioridad, podemos deducir que la vida silvestre al estar en contacto humano pierde toda naturalidad (Vicenti, 1970), convirtiéndose en una herramienta o instrumento a tratar a través de leyes, reglamentos o políticas federales, estatales o locales que están diseñados para proteger o conservar la vida silvestre, los beneficios públicos y los derechos de propiedad individual de esta forma mantener la sustentabilidad ambiental (Manfredo, 2008; Messmer, 2000).
Por lo tanto, la vida silvestre pasa de ser natural a tener un valor económico agregado, donde la conservación de ciertas especies, por lo general las más carismáticas, son puestas en exhibición para fines recreativos (fincas cinegéticas, turismo y ecoturismo), animales de compañía no convencionales y de alimentación, con el fin de conservar la biodiversidad de la Tierra (Chardonnet et al., 2002; Peterson et al., 2010).
Por otra parte, los intereses humanos de conservar la biodiversidad y con ello la vida silvestre, viene dada por la necesidad de los servicios ecosistémicos que muchos organismos aportan y que son de gran utilidad para el bienestar humano (Aguilar et al., 2006; Ashworth et al., 2009). Es decir, la diversidad de taxones y ecosistemas influyen en los servicios ecosistémicos, cuando la biodiversidad se ve afectada por la extinción de un organismo o introducción de un organismo ajeno al hábitat (especies introducidas), la capacidad del ecosistema para absorber la contaminación, mantener la fertilidad de los suelos y microclimas, purificar el agua y proporcionar otros servicios ecológicos también cambia (Chardonnet et al., 2002).
¿Existe la naturaleza para la vida silvestre?
Debido a la creciente sobrepoblación humana la Tierra ha sufrido una serie de modificaciones antropogénicas. La naturaleza de este ha sido objeto de uso, apropiación y explotación para el ser humano y para la sociedad, esto ha impactado de manera negativa en las condiciones de los recursos naturales necesarios para la vida (Centeno, 2002; Castillo Sarmiento, 2017).
La mayor parte de los ecosistemas terrestres y marinos se han estado degradando, perturbando y modificando, si bien existen una serie de factores físicos naturales como los huracanes, tormentas tropicales, inundaciones, sequías, incendios forestales, deslizamientos de suelos, terremotos y erupciones volcánicas, que desde el punto de vista ecológico estos fenómenos y sus interacciones sinérgicas se consideran perturbaciones que han formado parte de la dinámica de los ecosistemas en el cual han evolucionado las diferentes formas de vida (Manson et al., 2009). Existen otras perturbaciones que afectan de manera negativa a los ecosistemas y estos han sido productos de la intervención humana, lo cual da como resultado problemas relacionados al cambio climático, la desertificación de los suelos, la falta de resiliencia de los ecosistemas terrestres y acuáticos, y el surgimiento de nuevas enfermedades (Carpenter et al., 2001; Patz et al 2004; Manson et al., 2009).
Es debido a estos problemas ocasionados por el hombre, que cada vez se buscan sitios fértiles y productivos, apropiándose de esta manera de los espacios “naturales”, modificándolos y obligando a la vida silvestre a adaptarse a los asentamientos humanos o de la peor forma, obligándolos a desaparecer. Sin embargo, retomando la importancia de la “vida silvestre” para el ser humano existen en la tierra espacios destinados para preservar o conservar la biodiversidad e incluso hay sitios destinados a la restauración debido a su importancia ecológica. De cualquier forma, conservar estas áreas ha sido un trabajo difícil para la mayoría de los ecólogos, lo cual deben de cuestionarse lo siguiente (Watson y Venter 2017):
- ¿Cuáles son los lugares más importantes para conservar?
- ¿Cuál es el alcance, la gravedad y la trayectoria de las amenazas a la biodiversidad local y cuáles son los procesos que las sostienen?
- ¿Qué medidas se necesitarán para garantizar que estas áreas mantengan su integridad natural?
Aunque se estén tomando medidas para reducir la pérdida de biodiversidad y al ser la naturaleza el centro de estudio tomando como modelos a la vida silvestre, estos espacios al ser manipulados dejan de ser completamente “Naturales”. Retomando las ideas de Katz (1992), el ser humano es consciente del daño que ha ocasionado a la naturaleza y que poseemos los medios y la voluntad para corregir estos daños, sin embargo, restaurar los sitios perturbados e intervenir en ecosistemas degradados de la biosfera, solo demuestra el potencial que tiene el ser humano en cuidar sus propios intereses, es decir, una naturaleza «restaurada» es un artefacto creado para satisfacer las satisfacciones e intereses humanos.